miércoles, 11 de noviembre de 2009

Ser mamá y estudiante...

Hace poco una chava me dejo un comentario, pues le interesa saber de mamás que estudian, me pidió que la contactara por mail, pero a mi no me encanta eso de dar mi mail a personas que no conozco. Espero que lea esta entrada, y en algo la ayude.
Después de un año sabático entre la prepa y la universidad, de batallar para decidirme por una carrera, de hacer exámenes en la UNAM sin lograr quedarme y de la presión de mi papá para que entrara ese año a la escuela, lo imprevisto sucedió!
Ya inscrita en la escuela, con todo pagado, decisiones tomadas y fecha de inicio, me enteré de mi embarazo. Primero vino la incertidumbre de lo que dirían mis papás, luego, el pensar en si me apoyarían para seguir con la escuela, y por último, el pensar en si yo podría con todo el paquete.
Mi papá decidó que me apoyaría en la decisión que tomara, ya fuera seguir con la universidad o salirme para estudiar algo que me diera un trabajo inmediato como el Teacher´s para dar clases de inglés. 
Yo estaba insegura, sabía lo que quería, pero no sabía si iba a tener la fuerza para lograrlo. Pero pensé en mi mamá. Tuvo a mi hermana mayor con tan sólo 18 años, tampoco tenía carrera, pero no se quedó así, estudió Psicología mientras mi hermana era chiquita, se aventó la carrera completa con una bebé y además con trabajitos para sobrevivir. Y después de 20 años, ya con 3 hijas, hizo su maestría, y lo logró! Hoy por hoy ya está esperando fecha para su exámen.
Así que sin más, pensando en que mi mamá pudo, y en lo importante que era para mi tener una carrera. Decidí que seguiría adelante. 
Entré a primer semestre con 9 semanas de embarazo, y al principio todo iba sobre ruedas, principalmente por que no tuve los achaques propios del embarazo.
Antes de terminare el primer trimestre de embarazo, tuve semanas en que el sueño me mataba, me quedaba dormida escuchando a mis profesores, mis amigas me tenían que despertar o cubrirme discretamente. Luego vinieron los cambios de humor, andaba tan sensible, lloraba por todo, en especial si tenía que ver con bebés y en un momento podía estar feliz y al otro gritandole a alguien. Esto era muy celebrado entre mis compañeros, porque no me quedaba callada, y siempre andaba defendiendo a medio mundo. No puedo negar que fue pesado, más en los últimos meses, me empujaban para subir las escaleras, pues teníamos una clase hasta el 3er piso. Sin embargo, no fue nada comparado con lo que venía después.
Estando embarazada, adonde fuera cargaba con mi bebé, no tenía que preocuparme por lavarle ropa, hacerle de comer o regresar volando para no perderme un segundo de su vida.
Cuando Kía nació, mi mundo se puso de cabeza, ella era lo único que me importaba y fuera como fuera, haría todo por conseguir que ella estuviera bien.
Regresé a 2º semestre cuando Kía tenía poco menos de 6 meses. Aún la amamantaba exclusivamente y pensar en destetarla me estresaba, así que con todas las armas e información que pude, me arme de valor y empecé la odisea de las extracciones. Compré un extractor eléctrico de lo más sencillo, empecé a hacer extracciones en casa, al despertar, mientras la amamantaba de un lado, cuando se dormía, mientras comía, etc. En la escuela, solo tenía 10 min. entre clase y clase, pero los aprovechaba al máximo. Me metía al baño o a un salón desocupado y me extraía lo que pudiera. Llegue a juntar hasta 6 oz. que guardaba en un biberón y llevaba a refrigerar en la cafetería. Lo recogía en la salida, y me lo llevaba en una hielera a casa de mi hermana, que era la que la cuidaba. Ahi lo congelaba y mientras le daba a Kía, me volvía a extraer. 
Así estuve 2 meses, que fueron en los que todavía no comía sólidos. Ya que la empezó a cuidar mi mamá, solo me extraía al llegar de la escuela y esa era la que se tomaba al día siguiente, alternada con frutas y verduras, porque prefería esperarme a que llegara.
Ese semestre fue de locos, el estrés de las extraídas, Kía muy chiquita para entender que mamá necesitaba hacer tarea. Se despertaba bastante durante las noches, y yo estaba siempre agotada. Pero al final el semestre acabó y yo pase sin saldos rojos.
Lo siguiente fue mucho más fácil, ya había agarrado el ritmo, Kía estaba más grande, Rafa me apoyaba más y todo se fue acomodando de a poco.
El semestre pasado hubo 1 mes en que Kía tuvo que ir a la guardería, fue muy difícil para ella adaptarse, y de hecho creo que no lo logró. Afortunadamente ya no tuvo que regresar y espero que cuando tenga que hacerlo ya esté más grandecita y lo pueda entender.
Ahora viene el segundo en camino, y va a ser la misma historia, y espero poder hacerlo mejor esta vez, para que ninguno de los 3 lo suframos!!
Todo por ella...... lo vale!!!!!

2 comentarios:

  1. Me encanto tu entrada!!!
    Que buena inspiracion te dio tu mamá, se ve k le batallaste pero nunca tiraste la toalla, la verdad k eso es fajarse los pantalones y hacer lo mejor no solo para tu pkña, sino para ti y tu familia tambien...
    y SI SE PUEDE!! SI SE PUEDE!!!

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  2. Hola. Yo soy la que te habia pedido que me contactaras por mail, y tampoco es que me encante andar dando mi mail por ahi, solo que me interesaba hablar con vos.
    Te felicito por todo lo que hiciste, pero en realidad no necesito que me digas que se puede, lo sé personalmente; tuve mi hija antes de terminar la secundaria y ahora estoy a punto de recibirme en la universidad.
    Mi idea era otra, pero de todas formas gracias por la intencion.
    Saludos y suerte!

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