lunes, 17 de noviembre de 2008

Y me descubrí siendo mamá...

Salimos del hospital al día siguiente de nacida. Domingo 30 de marzo.
Ay que chiquititita era. Me daba miedo todo. Cargarla, que la cargaran, bañarla, Sentía que se me deshacía. Pero pronto esta pequeña me enseño a ser mamá.
Los primeros días fueron pesados físicamente. Yo estaba extremadamente adolorida. Entre el parto y los dolores de brazos y espalda. Sentía que me había pasado un camión encima. Pero ella era bastante cooperadora. Un pequeño lirón. Dormía y comía. En la noche la acostaba a lado de mi en su bambineto. Todo lo que leí y he leído me inclinaban hacia el colecho, o cama familiar (dormirla con nosotros pues!) pero la verdad es me daba pavor. Pensar que la pudiésemos aplastar al dormir, que no pudiera respirar con alguna de nuestras cobijas encima, cualquier cosa.. Así que decidí dejarla en su bambineto, a un lado mío, donde pudiera tenerla juntito a mi, verla de cerca y saber que estaba bien.
Ese día tuvimos unas cuantas visitas, familia principalmente, todos estaban embelesados con tu pequeño cuerpecito. Mi suegra cocinó para nosotros, la verdad es que fue una delicia. Pero que se te acercara, para mi era como una gran fiera al acecho, sentía unos celos incontrolables, no quería ni que te tocara, menos que te estuviera cargando todo el tiempo. Supongo que algo tendría que ver con el instinto maternal y el hecho de que era una fiera protegiendo a su cría. Pero realmente era inexplicable la forma en que sentía la necesidad de alejarte de ella, de separarte de sus brazos cada vez que ella te arrebataba de mi. Creo que finalmente éste sentimiento desapareció como a los 6 meses, pero todavía cuando te aleja demasiado de mi, siento la necesidad de protegerte y no perderte de vista. La lactancia fue bastante exitosa, logramos una buena postura desde el principio, a pesar de que seguía siendo muy cansado para mi sostenerte en la posición adecuada por el dolor muscular. Mamabas a la perfección y pronto te agarré el ritmo. A pesar de todos los consejos que mi abuela y mi mamá se empeñaban en dar y de los atoles que mi suegra me hacía tomar, yo simplemente seguí mi instinto, y mi inteligencia. Dejaba que tomara a la hora que quisiera y cuanto quisiera. Las primeras semanas si tenía que despertarla por que se quedaba dormida, pero poco a poco nos tomamos la medida. La primer semana tuve un tanto adoloridos e irritados los pezones, pero con un poco de todo, aire, leche materna, mantequilla y sol, pronto se curaron y se acostumbraron. Pronto descubrí lo fácil que era amamantar en comparación con los biberones, y agradecí estar tan bien informada. 

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