La lactancia... Si, esa en la que me inicié hace 2 años y 4 meses. Esa de la que me informé desde mi embarazo. Esa que le ha dado tanta salud a mis hijas y tantas satisfacciones a mi.
Como ya saben, hace 2 años y casi 4 meses llegó a mi vida un hada, a darme luz y las alegrías más inmensas. Parte de estas alegrías llegaron a través de la lactancia. Por que lactar es.... todo lo mejor que podría hacer por mis niñas.
Establecí mi primera lactancia a la hora y media de nacida Kía. La señorina estaba demasaido cansada después de un agotador parto y decidió que mejor se dormía en vez de comer. Una enfermera malvada nos dijo a mi marido y a mi, que si la bebé no comía, tendrían que darle suero glucosado, tratando de asustarnos. Yo, por suerte estaba informada, pero sin embargo me deseperaba de que la nena no quisiera ni abrir la boca, pensando en las mil cosas que podrían pasar si no comía.
Gracias a Dios el instinto pudo más y tras varios minutos de sentir el pezón en la boca y olerme, por fin comió. No los 15 minutos de cada seno reglamentarios para la enfermera, pero, eso la enfermera no lo tenía que saber.... jaja.
De ahí en más nuestra lactancia fue perfecta. Horas pegada a ella, contemplandola, sentirla junto a mi piel, verla abrir los ojos por primera vez, respirar su aroma y sentir su calor. La lacté de forma exclusiva durante 6 meses, sin problema alguno.
Mi abuela aún dice que tuve mucha suerte de haber tenido un parto y lactancia tan buenos, yo no lo llamo suerte, lo llamo información. Teniendo Kía 5 meses, regresé a la Universidad. Un gran reto para nuestra lactancia, pero mi mejor arma seguía de mi lado. Con toda la información y apoyo que tuve de las redes virtuales, logre establecer mi lactancia extrayendome leche en la escuela y al llegar a casa. Era caótico, vivir contra reloj, extraer leche encerrada en un baño, en tan solo 10 minutos, dejarla en el refri de la cafetería. Conservarla para llegar a casa de mi hermana. Extraerme mientras Kía mamaba del otro lado. Si, el caos es una constante de mi vida, pero, gracias a la locura que me orilló a ser una pumping mamma, Kía siguió lactando, sin tomar nunca ni un sólo biberón de fórmula.
Teniendo Kía 1 año 3 meses, quedé embarazada. Nuestra segunda ilusión venía en camino, y tuve que enfrentarme a mil comentarios "bien intencionados", pero seguí constante en nuestra decisión y Kía siguió tomando leche de mamá.
Llegó un momento en que fue verdaderamente difícil, la sensibilidad de los pezones, aunado a la necesidad de Kía de mamar más y más me estaban dejando harta. Las noches eran interminables con ella pegada a mi, cada vez sentía que tomaba más desesperadamente, y yo cada vez tenía menos leche por la revolución hormonal del embarazo.
Sin embargo, seguimos al pie del cañón. Nunca desistí, gracias al apoyo de mis amigas virtuales. Y sin embargo, mi miedo al tandem, hizo que orillara a Kía a un destete, a los 21 meses. Fue sin dolor y sin sufrimiento. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que no estaba lista.
Después de 3 meses de no usarse, mis tetas fueron re-inauguradas tras el nacimiento de Laia. Ese que fue un hermoso parto en casa, me dió la oportunidad de lactar a mi hija en cuanto la tuve en mis brazos. Tomo la teta por primera vez con menos de media hora de nacida y de ahí nunca más la ha vuelto a soltar.
Es una experiencia maravillosa haber lactado desde hace 2 años, 4 meses, casi ininterrumpidamente. y sobre todo, experimentar la maravilla de lactar a mis 2 hijas juntas. De tener la posibilidad de darles esta experiencia, que significa una mayor unión entre ellas, pero de esto, ya hable aquí.
Definitivamente, estoy convencida de que la Leche Materna es lo mejor para los bebés, y también para las mamás.
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