martes, 11 de febrero de 2014

Nuestro presente, fundado en un poco del pasado

Estoy pensando, qué escribir. Trato de recordar alguno de los momentos claves de nuestros días,  y me cuesta tanto trabajo. Los gozo en el momento, las disfruto enormemente, pero después en mi memoria de teflón ya no queda nada.
Pero de lo que si puedo hablar justo ahorita es de lo que estamos viviendo en este momento. Kía tiene 5 anios 10  meses y Laia 3 anios 10 meses. 
Desde julio del anio pasado empezaron a ir a gimnasia. En un principio, cuando Kía tenía como 3 anios, encontramos un gimnasio donde daban las clases y se veía que eran buenas, era por parte del gobierno así que también era super económico y por lo mismo, super demandado.  Se necesitaba hacer un exámen para ingresar, de treinta y tantas ninias que hacían el exámen entraban 2 o 3 y el exámen se llegaba a dar cada 3 meses o así. Kía hizo el exámen 3 veces... Y nunca lo pasó! No por falta de habilidad, de eso estoy ahora segura. La primera vez,  por desmadrosa, yo la veía desde las gradas , mientras ella hacía los ejercicios que les pedían abajo. Kía se formó hasta atrás y platicaba con las demás ninias. Todas corrían en una dirección y Kía iba en la contraria. En algún momento mientras la maestra daba alguna indicación a las de adelante, Kía organizó un grupito y se movieron hacia otro lado. Luego, trepada en la viga, el maestro le pide que haga un ejercicio, es algo así como una inclinación, parada sobre 1 sólo pie, echando la cabeza hacia adelante y la otra pierna hacia atrás. Un movimiento que ahora domina a la perfección, pero que en ese momento hizo totalmente al contrario, una pierna hacia adelante y el cuerpo hechado hacia atrás. Para ese punto yo sabía que no se quedaría y moría de la risa. En fin, que los siguientes 2 exámenes fueron un poco más de lo mismo.  
Finalmente, necesitando que hiciera alguna actividad y ella pideindolo, sobre todo por la socializada, encontramos el ballet. Empezó más o menos en enero del anio pasado, antes de cumplir los 5 anios. Al principio le gustó bastante, la veía hacer los ejercicios muy motivada, pero algo pasó. Principalmente la muerte de mi suegra en marzo (tema, tal vez para otro post), que nos desestabilizó por completo, muchas faltas durante el mes. REtomamos todavía durante el mes siguiente, pero Kía ya no estaba tan contenta, la maestra era muy gritona y exigente (cosa para mi bastante absurda en ninias de 4 y 5 anios). Y no había nada de "baile", solo técnica, ejercicios, calentamiento, nada del "ballet" que mi hija conocía y anioraba. Así que finalmente la saqué, y empecé a buscar otros lugares donde dieran gimnasia. Y finalmente dimos con el lugar en el que ahora estamos. Un gimnasio en el mero centro de coyoacán, con un espacio muuucho más amplio y 75% menos alumnos. Me encantó, le encantó, nos quedamos.

A los 2 meses de estar llendo, la maestra me "la pidió" para entrenarla para competencias, para que fuera parte de la selección. No puedo negarlo, mi orgullo de madre y mis propios complejos y suenios frustrados me movieron a asentir de inmediato. Y la verdad es que no me arrepiento, ni creo que ella me lo reproche. Le encanta! Lo veo en su mirada cada vez que logra un movimiento nuevo, lo veo en su cuerpo que cada vez está más musculoso, lo veo en los ejercicios improvisados que se avienta en el colchón de la cama. Ha avanzado muchísimo desde que entró, hasta ahora. A pesar de que siempre la consideré muy hábil con su cuerpo, intrépida y ágil, al principio, junto a las otras ninias se veía desgarbada, chueca, y cero grácil. En menos de 7 meses ha logrado mucho con su cuerpo y con la disciplina (y que le ha costado!). Y dentro de 1 mes, será su primer competencia real! No puedo negarlo, me ha costado mucho trabajo, tengo nervios, de pronto me siento insegura, siento que la estoy presionando más allá de lo que corresponde a su edad, siento que no es el momento, siento miedo de la decepción. Pero me repito una y otra vez que es una experiencia que la va a dejar mucho aprendizaje, que ya en sí es una experiencia maravillosa. Que si gana alguna medalla, sabrá que el esfuerzo se recompensa, y que si no gana ninguna, sabrá del sabor a fracaso y espero decida querer mejorar. En fin, que a mi me corresponde estar, solamente, tengo que repetirmelo constantemente, no soy su coach, no soy su manager, soy su madre y lo que necesita de mi es el apoyo incondicional.

Empecé hablando de que ambas están llendo a gimnasia, pero de pronto me decanté por narrarlo de cada una por separado, por que viendolo en retrospectiva, ha sido un camino muy diferente y personal. A la par que Kía ingresó al ballet, quise meter a Laia. Entró la primera vez a tomar una clase muestra. Entró muy contenta, de la mano de su hermana. Se colocaron juntas para empezar los ejercicios. Empezó a hacer calentamiento, mientras una madre embelesada miraba a través de la ventana. Ya que vi que iba encarrerada y que no me volteaba ni a ver, fui a preguntar algo a las oficinas. Cuando regresé, la vi tranquila haciendo los ejercicios, de pronto volteó hacia la ventana a buscarme y cuando me vió, empezó a llorar desconsolada! A mi se me partía el alma... La saqué y no se volvió a tocar el tema. A la siguiente clase, aún había clases muestra y en el salón de un lado había jazz, a Laia parecía llamarle la atención, así que la insté a entrar, a lo que muy contenta respondió que sí. Entro feliz, empezó excelente y de pronto, la historia se repitió, en algún momento me volteó a ver, se acordó de que yo no estaba ahí a un lado y empezó la lloradera. La saqué y entonces se terminó su trayectoria artística, no volví a insistir en el tema. Seguimos acompaniando a su hermana y ella jugando afuera y viendola por los ventanales. Cuando Kía se salió del ballet, probamos también durante un tiempo corto, hawaiiano. Ahí yo podía estar dentro del salón de clases, pero Laia de plano se rehusaba. Al principio me desesperé, grité, la reganié, la obligue. De plano llegó un momento en que me rendí. Laia no quería hacer actividades... Con 3 anios 4 meses aprox, era un tema que me atormentaba. 

En fin, finalmente fuimos a probar la gimnasia. La primera clase no quiso entrar, llegó dormida. La segunda clase empezó el calentamiento y se regresó llorando. A media clase, cuando vio lo que las ninias estaban haciendo (la parte divertida de la gimnasia) quería ya entrar, pero no la dejé, pues el calentamiento es importante para poder hacer los ejercicios sin lastimarse. Finalmente a la tercera clase la hizo ya completa y salió fascinada. Pocos problemas hemos tenido a partir de ahí, de pronto si llega dormida no quiere entrar o tarda en aclimatarse, pero de ahí en fuera le encanta. Y he visto un gran avance en su motricidad gruesa, ha adquirido mayor control y habilidad sobre su cuerpo y se ha alargado bastante. Pero sobre todo, he visto su personalidad florecer, Laia es introvertida y calmada, paciente y tranquila en general. Muy disciplinada para realizar sus ejercicios, las tareas que les llegan a dejar, y se esfuerza mucho en hacer las cosas bien. Cuando la maestra me pidió a Kía para competir, también me pidió a Laia, lo cual me sorprendió en muchos sentidos, empezando por la edad y siguiendo por que yo a ella jamás la había visualizada como futura buena gimnasta. Gracias a Dios por los encontronazos y la gran maestra que les tocó y que supo ver el potencial en Laia que su propia madre no fue capaz de ver. Finalmente Laia aún no va a competir, pues necesita tener mínimo los 6 anios. Pero aún así se prepara junto con las futuras competidoras y a pesar de ser la más pequenia, muchas veces es la que mejor lo hace, sobre todo en barras y en viga. El salto y piso aún le cuestan muchísimo.


No cabe duda que escribir me hace falta muchísimo, y ahora haciendo el recuento y rememorando todo este proceso que vivimos, me doy cuenta de los errores que cometí, sobre todo con Laia. Precipitandome a meterla a clases, cuando ella aún no estaba lista. Mucho por presión social ("esa ninia necesita desapegarse de ti"), otro poco por preocupación por su salud y querer que hiciera actividad y otro tanto por comparar a mis hijas, por no saber ver (o querer aceptar) la diferencia entre ellas, sus tiempos, sus gustos y sus habilidades. Pienso que con Kía he sido en general muy respetuosa de sus tiempos y necesidades. Con Laia todo ha sido muy diferente, ha habido mucha presión de mi parte por igualarlas, por hacer que aunque "a su ritmo", Laia no se quedara atrás. Y veo el grave error que cometía. Laia ha demostrado tener muchas habilidades que en Kía no se han manifestado y sobre todo, Laia me ha demostrado que a su propio ritmo ella florece igualmente y maravillosamente. 
Estoy muy contenta de volver a escriibir y poder plasmar para mi y para mis hijas los momentos y pensamientos de nuestro día a día!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Lo que ya es nuestra familia